Nos faltan «CEOS». Nos faltan «REOS», ¿De qué me hablas?
No, no me he golpeado la cabeza, pero no voy a hablarte de los CEO «tradicionales» (traducido Chief Executive Office, en cristiano, el/la gerente, el director general, y ampliando el círculo, autónomos venidos a más tras un programa de liderazgo estratosférico). Como veis, tardo en escribir, pero con el hacha entre los dientes, no afilándolo como diría Covey, de aquellos polvos…
¿Por qué faltan CEO?
Me centro. Input 1 (ha quedado cool, ¿eh?).Viendo la tele (millennials, generación Z y otros adormecidos digitales, soy una baby boomer y por tanto veo la tele), en concreto «El cazador de cerebros» asisto a una estupenda charla con Yuval Noah Harari, el escritor de «Sapiens», entre las múltiples cosas habla de la ética en las organizaciones y de cómo ésta afecta a los empleados.
Input 2. Viendo en Netflix (soy pleistocennial pero me comporto como una rata buscando pellets en un experimento) el documental «El dilema social» sobre lo pernicioso del diseño poco ético (nota mental, el documental está bien, pero si quieres de verdad ver esta cuestión en profundidad, lee «Irresistible») y el comportamiento que provoca.
Después de sendas ideas, esto refuerza la necesidad en este mundo de inteligencia artificial que estamos creando, riete de Westworld, de la aparición de una figura, no sé si transversal, específica o dependiente directamente de dirección que ataje todas estas cuestiones. Y no, no busco CHO (gestores de felicidad, ainssss, ilusos), ni de CTO (transformadores digitales), hablo de éticos, de filósofos, de críticos organizacionales. Podríamos llamarlos CEO (Chief Ethical Officers), que curiosamente ya existen, al menos en «Trumpland», aquí también podemos rebautizarlos con un término muy castizo, como los «Guardianes de la Esencias», o en «moderner» como los Responsables de Ética Organizacional (los REOS, sin chiste que os veo venir?.
¿Para qué sirve un/a CEO o REO?
En definitiva para alinear la cultura, (¿la qué…?, tranquilo, lo que define a una organización) con la ética, con la crítica y los límites que debemos mantener.
¿Qué me estás contando? Lo que oyes, si no existe ese pensamiento crítico, ese «Pepito Grillo» que cuestione los parámetros, los límites y las decisiones estratégicas y cómo éstas afectarán tanto a la organización como a su entorno, en unos años estaremos perdidos, o en mundo muy poco humano, en el que primarán otros «valores», empresas ávidas de más negocios, sin importar el fin, ni el medio.
¿Te está gustando mi visión apocalíptica?
¿Cómo buscar CEO o REO?
Bienvenidos humanistas del mundo, bienvenidos filósofos y bienvenidos profesionales críticos en las organizaciones. Las facultades de humanidades de medio mundo lo agradecerán y su alumnado mucho más. Aunque de momento, pocos son los anuncios de empleo que buscan esto en sus descripciones. También es verdad que, quién quiere alguien que ponga palitos en las ruedad de vez en cuando.
¿Significa que el resto están excluidos? Por supuesto que no, pero que la capacidad crítica ante todo lo que el hombre puede hacer será una competencia esencial en el desarrollo futuro. Revisemos pues la educación basada en saber hacer, para darle peso a la de saber pensar, cada día más difícil en un mundo hiperestimulante, infoxicado y atestado de masas de pensamiento único.
Apasionados del utilitarismo, de mantras como «es el negocio» y «el mercado se regula solo», deberán convivir con «pataditas en las espinillas, de aquell@s para los que el dinero no es el único fin, para los que los valores, la convivencia y la igualdad están en la cima.
¿Para qué aspectos podemos emplear un CEO o REO?
En un artículo anterior, ponía como ejemplo la congelación de óvulos practicada en alguna de las Start Ups que pueblan Silicon Valley. Para esto puede servir, por qué decidimos sobre aspectos personales en pos del negocio, ¿es ético «asesorar» sobre posponer la maternidad?
Más casos: ¿sigue siendo ética la producción en otros países con una RSC cacareada a bombo y platillo?. Ahí lo dejo, pero si buscas los principios en los que se basa, aunque la hemos manoseado mucho, va en frontal desacuerdo.
Seguimos: ¿es ético que una máquina, a la que previamente hemos definido los parámetros «más oportunos» decida a quién contratar? ¿quién decide o delimita los algoritmos? ¿sabemos la personalidad de un individuo por su post y presencia en las redes? (Dios mío, estoy descartada…) Lean, lean «Armas de destrucción matemática». El Big Data y toda su benevolencia…
Dejo más preguntas:
- ¿Es ético que usemos en RR.HH. las redes sociales para «valorar» candidatos sin su consentimiento?
- ¿Qué datos deben contener las organizaciones de sus empleados?
- ¿Debería preguntarse una empresa si su producto o servicio es ético?
- ¿Es ético vender la ética como una estrategia de marketing?…
Y así hasta el infinito, el mundo avanza, gracias, pero… no debemos olvidar que hay límites y que si queremos seguir en este mundo o dejárselo medianamente decente a la generación de Greta Thunberg, debemos de gestionar nuestros recursos y limitarlos, queridos amigos, aunque todo se puede, a veces, todo no se debe.