Si en los últimos tiempos una de tus últimas tareas has sido la selección, el reclutamiento, el headhunting, convendrás que son malos tiempos para la lírica atracción del talento y para el liderazgo.
Cuando conversas con colegas, clientes y otras personas en la esfera de la gestión del talento (se gastó el talento de tanto manosearlo) te encuentras con que atraer a las/os mejores es un ejercicio de cuasi malabarismo, conjugar los intereses de la compañía con las personas más adecuadas para llevarlo a cabo y en ocasiones, para superar las expectativas, es difícil. Que este talento sea liderado con el ejemplo también se torna complejo. No en vano, una de las preguntas más realizadas en los procesos es el tipo de liderazgo, cómo será la persona que estará al mando (no es la primera vez que finalistas en un proceso se caen o desisten al conocer a su futuro/a líder).
En este proceso, las motivaciones de las personas que quieren unirse a un proyecto empresarial forman parte fundamental. Si aún como empleador/a piensas que esto no va de aunar expectativas y negociar, estás perdiendo la batalla. Entre las inclinaciones, deseos y motivaciones dos cuestiones se alzan de forma implacable y rauda: el tiempo y el ejemplo (suena muy sentencia, ¿no?, o al libro de Heidegger, «El ser y el tiempo»…).
Liderar con tiempo.
Ahora hemos descubierto el «onboarding» (las acogidas de toda la vida, los primeros días en una compañía) y con el, unos de los puntos calientes, la falta de atención y tiempo, que en muchos casos y en niveles jerárquicos superiores, prestan a la persona incorporada.
¿Culpa de los líderes?, ¿del tiempo?, ¿de las cargas?, ¿de la falta de espacio para la reflexión y la «ideación»?… No tengo respuestas, pero no sólo se trata de salir de liderazgos autoritarios, paternalistas o cualquier otra expresión tóxica de los mismos, sino de dedicar tiempo a liderar, no a mandar o delegar.
Liderar como tiempo para influir, si no lo tienes difícilmente podrás influir, mejorar o motivar.
Liderar con tiempo y en el tiempo.
Se que lo que voy a contar ahora mismo posiblemente no sea muy «polite» (qué bien me van mis clases de inglés) pero el tiempo es finito (¡albricias!, tamaño descubrimiento) y liderar en el tiempo va muy de la mano con lo que requieren las personas lideradas, en su tiempo, no fuera de tiempo, fuera de la jornada o en sesiones de outdoor los fines de semana (¿tan difícil es comprender que en mi tiempo de ocio, vida, vagancia mando yo?).
Nos extraña, ¿de verdad? que el tiempo, que vivimos con un hámster en una rueda, dedicado a liderar sea de calidad y en su medida (sustituye por su horario). Aún tenemos que trabajar en la estigmatización de las personas que salen a la hora estipulada, ¿son peores profesionales?, ¿por qué hablamos de flexibilidad y trabajo por objetivos y hablamos de «caer el boli a las cinco?. Este artículo que habla del glamour de la autoexplotación creo que sería de obligada lectura si queremos ir adaptando nuestros liderazgos.
Por ello, surge la necesidad de liderar con el ejemplo.
Liderar con el ejemplo.
¿Qué es liderar con el ejemplo?. Siempre me gustó mucho, cuando estudiaba Etología, el término troquelado: aprendizaje que se da en las primeras etapas de la vida, durante un periodo crítico, y que permite, ante una determinado estímulo generar una respuesta inmediata.Los primeros días de incorporación y liderazgo en una compañía tienen mucho de esto.
¿Cómo voy a liderar si soy la última persona que sale de la oficina? ¿cómo voy a liderar en el trabajo por objetivos si trabajo jornadas maratonianas? ¿cómo voy a liderar y crear si no poseo tiempo para la reflexión? ¿cómo puedo troquelar y no desmotivar si la idea que envío es que para liderar sólo hay que «echar más horas»?
No tengo respuestas, ojalá, pero si sé que se vienen tiempos complejos, que las generaciones venideras (en España acuciado por una baja natalidad también) valoran otras cuestiones, que si queremos liderar a estos equipos tenemos que empezar a liderar con tiempo y con otros ejemplos.
¿Qué opinas?